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El verano ha terminado ya y los días son cada vez más cortos. Los turistas se han marchado y la mayoría de los bares y tiendas han cerrado. El pueblo está vacío y casi sin vida. Sin embargo el hotel donde trabaja Inés está abierto todo el año. Es un pequeño hotel, al lado del mar, pero que atrae a mucha gente durante el verano así como en primavera, aunque menos durante otros periodos. Inés habla muy bien español. Lo aprendió el año pasado en la Escuela Delengua en Granada y ahora está trabajando como recepcionista. Como en esta época del año no hay demasiados clientes, Inés no está muy ocupada y a veces trabajando piensa en el buen tiempo que ha hecho durante este verano. Especialmente las tres semanas de vacaciones en julio fueron estupendas. Inés pasó su tiempo sobre todo en la playa tomando el sol, nadando, charlando con amigos y bailando por las tardes. Un día Inés se despertó muy temprano y notó que hacía mucho viento. Desayunó muy pronto y fue casi corriendo a la playa. El mar estaba estupendo, embravecido. Inés estaba tan absorta jugando con las olas que no se dio cuesta del grupo de chicos que se acercaban. Entonces ella saltó y se cayó accidentalmente, pero en unos brazos. Levantó la vista y vio al chico más hermoso del mundo entero. Después del trabajo Inés siempre va a dar un paseo con su novio, quien la conoció en las olas un día. Él y las olas son sus recuerdos más agradables del verano pasado. |
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